I was reading Consolations by David Whyte last night, reflecting on rest and work as yin and yang. I can’t explain it at times, but I want the work and I don’t always want the rest. The downshift is the hardest part for me, going from high to low intensity.
I spent time this past weekend considering rest as a larger conversation, as Whyte puts,
“…between what we love to do and how we love to be.”
Whyte continues:
“The first state of rest is the sense of stopping, of giving up on what we have been doing or how we have been being. In the second, is the sense of slowly coming home, the physical journey into the bodies uncoherced and un-bullied self, as if trying to remember the way or even the destination itself. In the third state is a sense of healing and self-forgiveness and of arrival. In the fourth state, deep in the primal change with the breath, is the give and take, the blessing and the being blessed and the ability to delight in both. The fifth stage is a sense of absolute readiness and presence, a delight in and an anticipation of the world and all its forms; a sense of being the meeting itself between inner and outer, and that receiving and responding occur in one spontaneous movement. “
When else do we process this enormous and evolving world drip by drip?
Malecón Iquitos
Anoche estuve leyendo Consolations de David Whyte, reflexionando sobre el descanso y el trabajo como el yin y el yang. A veces no puedo explicarlo, pero quiero el trabajo y no siempre quiero el descanso. El cambio a la baja es la parte más difícil para mí, pasar de la alta a la baja intensidad.
Este fin de semana pasado me dediqué a considerar el descanso como una conversación más amplia, como dice Whyte,
"...entre lo que amamos hacer y cómo amamos ser".
Whyte continúa:
"El primer estado de descanso es la sensación de detenerse, de abandonar lo que hemos estado haciendo o cómo hemos estado siendo. En el segundo, es la sensación de volver lentamente a casa, el viaje físico al interior del cuerpo no cohesionado y no intimidado, como si se tratara de recordar el camino o incluso el propio destino. En el tercer estado hay una sensación de curación y autoperdón y de llegada. En el cuarto estado, en lo profundo del cambio primario con la respiración, está el dar y recibir, la bendición y el ser bendecido y la capacidad de deleitarse en ambos. El quinto estado es una sensación de disposición y presencia absolutas, un deleite y una anticipación del mundo y de todas sus formas; una sensación de ser el encuentro mismo entre lo interno y lo externo, y de que recibir y responder ocurren en un solo movimiento espontáneo. "
¿En qué otro momento procesamos este mundo enorme y en evolución, gota a gota?