I am sharing this from Seth Godin. Sometimes I find his writing so helpful, I have to share it. In other words, I am pretty sure my blog is mostly a composite of the voices of other wise people..
It’s easy for us to choose to worry. The world is upside down, the slog continues, a tragedy unevenly but widely distributed.
Worry takes a lot of effort. And worry, unlike focus, learning or action, accomplishes nothing of value.
And, at the same time, due to the time-horizon of the pandemic, it’s also tempting for us to simply wait. To wait for things to get back to normal. But all the time we’re spending waiting (for a normal that is unlikely to be just like it was) is time we’re not spending learning, leading and connecting.
Waiting is, sort of by definition, a waste of time. But time is scarce, so wasting it is a shameful act.
If we decided to simply reduce our waiting and worrying allocation by 50%, just imagine how much we could discover, how many skills we could learn, how dramatically attitudes could shift.
We can still wait (even though time will pass either way). And we can still worry (even though it doesn’t do any good). But perhaps we can figure out how to do it less.
Español:
Estoy compartiendo esto de Seth Godin. A veces encuentro su escritura tan útil, que tengo que compartirla. En otras palabras, estoy segura de que mi blog es en su mayoría una composición de las voces de otros sabios.
Es fácil para nosotros elegir preocuparnos. El mundo está al revés, el trabajo continúa, una tragedia desigual pero ampliamente distribuida. La preocupación requiere mucho esfuerzo.
Y la preocupación, a diferencia de la concentración, el aprendizaje o la acción, no logra nada de valor.
Y, al mismo tiempo, debido al horizonte temporal de la pandemia, también es tentador para nosotros simplemente esperar. Esperar a que las cosas vuelvan a la normalidad. Pero todo el tiempo que pasamos esperando (por una normalidad que es poco probable que sea como era) es tiempo que no pasamos aprendiendo, dirigiendo y conectando.
Esperar es, por definición, una pérdida de tiempo. Pero el tiempo es escaso, así que desperdiciarlo es un acto vergonzoso. Si decidiéramos simplemente reducir nuestra asignación de espera y preocupación en un 50%, imagínense cuánto podríamos descubrir, cuántas habilidades podríamos aprender, cuán dramáticamente podrían cambiar las actitudes.
Todavía podemos esperar (aunque el tiempo pasará en cualquier caso). Y todavía podemos preocuparnos (aunque no sirva de nada). Pero quizás podamos descubrir cómo hacerlo menos.