Systemic change, the change variety that is most needed, requires things many people deep down are incredibly uncomfortable with. And if a change disrupts the status quo and those with power, they can resist, strike back, knock it down, or shove it. They often do.
It´s hard to talk about greed and fear, and for a long time I was very resistant to do so. Not because I believe they rule the world, but because they are important factors to be reconciled and addressed in big ways. Our willingness to be honest about accountability, even when we ourselves are at risk of needing to change (always true)— is the key. It´s not so scary if one is real about the fact that old systems are broken and require change. Even when it needs to be reached out and taken when not freely offered.
It’s true that individual action, collective activism, and social pressure can work. I am proud of so many who resist white supremacy and who speak out against the painful corruption in Iquitos and Peru. Those who have a more generous vision of the future. I´m excited in an younger generation that better understands social inequality and future based thinking rather than simply obsessing with the now.
It´s not about optimism or pessimism. It´s about courage to believe that change, despite so many systemic problems, is still possible.
—
El cambio sistémico, la variedad de cambio que más se necesita, requiere cosas con las que mucha gente en el fondo se siente increíblemente incómoda. Y si un cambio interrumpe el status quo y los que tienen poder, pueden resistir, devolver el golpe, derribarlo o empujarlo. A menudo lo hacen.
Es difícil hablar de la codicia y el miedo, y durante mucho tiempo me he resistido mucho a hacerlo. No porque crea que gobiernan el mundo, sino porque son factores importantes que deben ser reconciliados y abordados en grandes formas. Nuestra voluntad de ser honestos sobre la rendición de cuentas, incluso cuando nosotros mismos corremos el riesgo de tener que cambiar (siempre es cierto), es la clave. No da tanto miedo si uno es consciente de que los viejos sistemas están rotos y requieren cambios. Incluso cuando hay que llegar a él y tomarlo cuando no se ofrece libremente.
Es cierto que la acción individual, el activismo colectivo y la presión social pueden funcionar. Estoy orgullosoa de tantos que se resisten a la supremacía blanca y que se pronuncian contra la dolorosa corrupción en Iquitos y en Perú. Aquellos que tienen una visión más generosa del futuro. Me entusiasma que una generación más joven entienda mejor la desigualdad social y el pensamiento basado en el futuro en lugar de simplemente obsesionarse con el ahora.
No se trata de optimismo o pesimismo. Se trata del coraje para creer que el cambio, a pesar de tantos problemas sistémicos, todavía es posible.