On Children

I was recently interacting with a baby who was so curious about me that her mom actually got embarrassed about it. She apologized for her daughter’s curiosity.

I paused and told her that my favorite part of children is their sincerity. And that I loved how much her daughter wanted to know about me.

Her daughter couldn’t stop looking at me. In their rule book of social customs extended periods of staring aren’t unacceptable for adults. You are not socially permitted to be curious for that long. But from an 8-month-old, I can learn a lot. This baby not yet been blasted by years of societal indoctrination about what is okay and not okay to be curious about.

Is it better that we extract our natural curiosity in order to find our specific place within society? Is it natural for us to care about others even with all the unavoidable discomfort that accompanies learning?

What I would like: an unending, socially-unacceptable curiosity.

Childhood gazing on the Río Yanuyacu

Hace poco interactué con una bebé que sentía tanta curiosidad por mí que su madre se avergonzó de ello. Se disculpó por la curiosidad de su hija.

Hice una pausa y le dije que lo que más me gusta de los niños es su sinceridad. Y que me encantaba lo mucho que su hija quería saber de mí.

Su hija no podía dejar de mirarme. En su libro de normas de costumbres sociales, los periodos prolongados de mirada fija no son inaceptables para los adultos. No está socialmente permitido sentir curiosidad durante tanto tiempo. Pero de un bebé de 8 meses puedo aprender mucho. Este bebé aún no ha sido sometido a años de adoctrinamiento social sobre lo que está bien y lo que no está bien para ser curioso.

¿Es mejor que extraigamos nuestra curiosidad natural para encontrar nuestro lugar específico en la sociedad? ¿Es natural que nos preocupemos por los demás incluso con toda la incomodidad inevitable que acompaña al aprendizaje?

Lo que me gustaría: una curiosidad inagotable y socialmente inaceptable.