Living in Iquitos can be like living inside a giant and dirty watercolor.
The rain washes the city day after day, makes the mototaxis even louder, and wears down bike lanes and anything not super carved-in.
I have felt that way too. I wear things out.
Things and us were made to be used. There is no other way around it, and none will be coming with us. I won’t get buried with all my books. This watery landscapes provides a backdrop to focus on what is in our own hands, what is getting used. Perhaps that's the crossroads of living and getting older. We were made to be used, worn out, rised off, and upgraded over and over. We were made to focus in with a blurred background.
We can also add the effect of a watercolor pens to our existence, a handy flow put here and there to bringing things together in their least formed state.
Vivir en Iquitos puede ser como vivir dentro de una gigantesca y sucia acuarela.
La lluvia lava la ciudad día tras día, hace que los mototaxis sean aún más ruidosos y desgasta los carriles para bicicletas y todo lo que no esté súper tallado.
Yo también me he sentido así. Desgasto las cosas.
Las cosas y nosotros estamos hechos para ser usados. No hay más remedio, y ninguno vendrá con nosotras No me enterrarán con todos mis libros. Estos paisajes acuáticos nos sirven de telón de fondo para centrarnos en lo que está en nuestras propias manos, en lo que se está usando. Quizás esa sea la encrucijada de vivir y envejecer. Estamos hechos para ser utilizados, desgastados, levantados y mejorados una y otra vez. Estamos hechos para enfocar con un fondo borroso.
También podemos añadir a nuestra existencia el efecto de un bolígrafo de acuarela, un flujo útil puesto aquí y allá para reunir las cosas en su estado menos formado.