I was sitting and having lunch on Monday at my favorite restaurant where they treat me like family. It’s not their slogan. It’s what they do.
I was sitting towards the back, my favorite section where I can steal more introverted moments as a unquestioned extrovert.
On the TV was UFC, Ultimate Fighting championship. I’ve never been interested in the topic, considering myself a pacifistic middle child. I have never been drawn to beefy characters with blood dripping through their teeth. It feels to barbaric and out of control to me. I think that’s part of why people liked watching gladiators in the area destroy each other. I haven’t done the reading, but my guess is that’s part of the draw.
UFC was on. I don’t like it, but I kept watching it. I kept watching their warm up rituals, getting rubbed with cream at the beginning. Then, they approached the crowd. I couldn’t look away. Perhaps because it was on a screen in proximity to me. Something I don’t value and find kind of scary drawing my attention into it.
How often does this happen life?
How often does our attention get pulled out from underneath us based on someone’s advertising platform? I tend to distrust a lot of social media as I don’t want someone using hits of dopamine generated by my own brain to determine what will be the emotional or attention landscape of my day.
It should be said, I also don’t want scary or violent people determining how my or other people’s day will go or the fact that people live in fear of violence based on race or gender. I don’t want that dictating my innocent lunch or people’s basic safety. And yet it does, all the time.
What do I need to do, as a citizen to see a more nuanced, effective, and less radicalized agenda towards these measures? Well, first, I am writing about it.
El lunes me senté a comer en mi restaurante favorito, donde me tratan como si fuera de la familia. No es su eslogan. Es simplemente lo que hacen.
Estaba sentada hacia el fondo, mi sección favorita donde puedo robar momentos más introvertidos como extrovertida indiscutible.
En la televisión estaba la UFC, Ultimate Fighting championship. Nunca me ha interesado el tema, ya que me considero una niña mediano pacifista. Nunca me han atraído los personajes fornidos con sangre chorreando por los dientes. Me parece demasiado bárbaro y fuera de control. Creo que eso es parte de la razón por la que a la gente le gustaba ver a los gladiadores de la zona destruirse unos a otros. No he hecho la lectura, pero mi suposición es que eso es parte de la atracción.
La UFC estaba en marcha, y no me gusta, pero seguí viéndola. Seguí viendo sus rituales de calentamiento, que se frotan con crema al principio, que se acercan al público. No podía apartar la vista. Tal vez porque estaba en una pantalla cercana a mí. Algo que no valoro y que me da un poco de miedo y que atrae mi atención.
¿Con qué frecuencia ocurre esto en la vida?
¿Con qué frecuencia se nos retira la atención en función de la plataforma publicitaria de alguien? Tiendo a desconfiar de muchas redes sociales ya que no quiero que alguien utilice los golpes de dopamina generados por mi propio cerebro para determinar cuál será el panorama emocional o de atención de mi día.
Hay que decir que tampoco quiero que personas terroríficas o violentas determinen cómo será mi día o el de otras personas o que la gente viva con miedo a la violencia por motivos de raza o género. No quiero que eso dicte mi inocente almuerzo o la seguridad básica de la gente. Y, sin embargo, lo hace, todo el tiempo.
¿Qué tengo que hacer, como ciudadana, para ver una agenda más matizada, efectiva y menos radicalizada hacia estas medidas? Pues, en primer lugar, escribir sobre ello.